viernes, 14 de agosto de 2009

LA DESCRIMINACION FEMENINA

Es impresionante ver en el actual siglo aun se escuche sobre mujeres que han sido golpeadas por sus maridos, mujeres que han sido acosadas por sus jefes y han tenido que dejar su trabajo, etc. Pero aun mas saber que en varios países de Latinoamérica, Asia y África, el nacimiento de una niña se considera una desgracia o un castigo divino. El nacimiento de un niño, en cambio, es motivo de regocijo familiar.

En países como Bolivia, donde se conserva la idea de que los hombres están hechos para el trabajo y las mujeres para la cocina, ambos padres lamentan el nacimiento de su hija. No es casual que en algunas familias se siga ch’allando el nacimiento de un varón y se siga lamentando el nacimiento de una niña: “¡Ah, esa chancleta, para qué sirve! ¡Qué se muera!”.

La discriminación femenina empieza desde la cuna, en las propagandas comerciales se representa el estereotipo clásico de la mujer, quien, además de ser joven y bella, debe saber asear la casa y ser diestra en la cocina. Las niñas deben jugar con muñecas y ayudar a sus madres en los quehaceres domésticos Esta propaganda ideológica, lejos de estar reñida con el principio de que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre, discrimina a la mujer desde el instante en que la presenta como a un ser menos capaz e inteligente que el hombre.

Las niñas son los seres más despreciados en muchas culturas. Así, en las naciones dominadas por el Islam, la mujer es “ciudadana de segunda categoría”. Según una de las aleluyas del Corán, los hombres tienen autoridad sobre ellas, en virtud de la preferencia que Alá concedió a unos más que a otros. En algunos casos, las mujeres son tratadas con menos consideración que los animales domésticos. Los hombres no sólo controlan la procreación de hijos mediante el cuerpo de la mujer, sino que, a su vez, ejercen una actitud extremadamente violenta ante el adulterio femenino, que incluye la lapidación, el código de honor y el linchamiento.

En la India, Pakistán y Bangladesh, existe una regla admitida para frenar el crecimiento de la población rural: todas las mujeres que esperen más de un hijo, deben abortar o ser esterilizadas. Si el primer hijo es una niña, la pareja puede tener un segundo hijo; si el segundo hijo más es una niña, puede tener opción a un tercero, pero pagando una multa; de lo contrario, se aplican medidas coercitivas de acuerdo al sistema de planificación familiar en vigencia, así este sistema de planificación neomalthusiano sea una clara violación a los Derechos Humanos y una discriminación abierta contra la mujer.

En la India, siguiendo las costumbres atávicas, un padre casa a su hija en un matrimonio de conveniencia, previo acuerdo y desembolso de una dote sustanciosa. Si los padres de la novia no satisfacen la demanda, simplemente queman viva a la novia. Y, aun estando prohibido oficialmente este tipo de enlace matrimonial, el 80% de los casamientos se efectúa sobre la base de un pago en dinero o especie.

En los albores del nuevo milenio siguen siendo muchas las barreras que dificultan el desarrollo y el respeto de los Derechos Humanos de las niñas. Sin ir muy lejos, en algunas regiones del continente africano, más de 80 millones de niñas y adultas han sido circuncidadas mediante la ablación del clítoris y la infibulación; una forma de violación contra la dignidad de la mujer, consistente en extirpar de cuajo el clítoris y los labios menores, para luego coser la vulva hasta no dejarles sino un pequeño orificio que les permita menstruar y expeler la orina. Asimismo, para evitar el ayuntamiento carnal antes del matrimonio, colocan un elemento extraño en la parte exterior del orificio vaginal. En algunas tribus atraviesan transversalmente los labios mayores con espinas, las mismas que deben ser extraídas sólo por el marido la noche de la boda, como un acto ritual de posesión masculina.

La circuncisión realizada sin anestesia y con cualquier instrumento rudimentario, que va desde un cuchillo de cocina hasta un pedazo de vidrio, se ejerce en niñas recién nacidas o en púberes que acaban de tener su primer flujo menstrual, como una forma, según refieren las creencias ancestrales, de establecer un pacto con los dioses y asegurar la inmortalidad. Empero, la circuncisión, que provoca traumas psicológicos y complicaciones posteriores, no tiene otra finalidad que impedir el goce sexual de la mujer y el ejercicio de sus derechos más elementales; más aún, cuando existen sociedades tribales donde la mujer deber ser sometida a dolorosas experiencias para garantizar su lealtad al hombre y la colectividad, para tener una identidad y cumplir un rol social que le permita ser considerada mujer, esposa y madre.

Estos son algunos ejemplos que nos permiten afirmar la idea de que la discriminación de la mujer comienza en la cuna y, lo que es peor, se prolonga a lo largo de su vida.

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